Superclásico... No puedes morir sin verlo

. sábado, 3 de mayo de 2008
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Haciendo mención a la muy próxima 182ª edición del superclásico del fútbol argentino Boca vs. River, caratuládo por todos los medios mundiales como el partido de fútbol más apasionante del mundo a nivel de clubes.

La previa. Una nube de nerviosismo ronda las inmediaciones de ambos clubes hasta un mes antes de la fecha crucial del encuentro, haciendo prever que algo se aproxima. En el país con casi 37 millones de técnicos comienzan a probar formaciones, estimar resultados, incluyendo en todas las conversaciones de todos los géneros algo relacionado superclásico. Aunque los jugadores y cuerpos técnicos de ambos equipos dicen que hay que vivir partido a partido, todos saben que son palabras muy poco creíbles ya que es un encuentro siempre trascendental, siempre hay mucho para ganar y mucho más para perder, son muchas fichas jugadas en la mesa, y cada día que se aproxima mas la hora esta sensación de ansiedad y curiosidad para los nuevos aumenta de forma indescriptible, la presión de la prensa y de los simpatizantes se hace sentir en cada entrenamiento, es cuando la parte psicológica debe encontrarse en la mejor forma ya que flaquear en estos aspectos puede ocasionar problemas graves, hasta lesiones.

El partido. Lo más importante, sinceramente nada importa fuera de estos 90’, es la hora de la verdad. Comienza igual que e la previa, con mucho nerviosismo, si se pudiera detener el tiempo en los rostros de cada uno de estos protagonistas uno se daría cuenta que toda su vida esta pasando frente a sus ojos, tal y como lo confiesan aquellos que estuvieron a punto de morir e igualan a esa sensación en esos minutos previos, obviamente no dejemos de lado que esto es un deporte y que por eso nadie debe perder la vida, a veces nunca esta de más la aclaración. Volviendo al partido, por lo general es medio trabado, con muchas interrupciones ocasionadas por la misma tensión, han ocurrido goles “madrugadores” cuando un equipo se encontraba más despierto que el otro desde el primer minuto, por lo que es de vital importancia la concentración en todo momento, se juega dando todo, que sea victoria, empate o derrota uno tenga la sensación de que su equipo no puedo más y que el rival gano en buena ley. Se dice que estos son partidos de los grandes jugadores, aquellos que se destacan por lucirse en encuentros decisivos, para nuestra suerte (la del espectador), tenemos a grandísimos jugadores en ambos planteles, jugadores con amplia experiencia en todo tipo de torneos nacionales e internacionales y jóvenes talentos que no se cansan de encandilar las pupilas de los aficionados a la belleza del fútbol con sus monumentales jugadas. Con estas condiciones falta solo decir que la mesa esta servida, los hambrientos de fútbol tienen todo un banquete para degustar.

Las hinchadas. Un espectáculo de color inigualable de da a lugar en este tipo encuentros. Es para algunas culturas el principal atractivo más allá de quien juegue o por que lo hacen, hasta para aquellos que nos les gusta este deporte o tienen mayor preferencia por otros, todos se deslumbran frente ante la magnificencia de las tribunas en un superclásico. Miles y miles de personas alentando hasta quedarse sin voz “combatiendo” con sus cánticos con la parcialidad rival, que dependiendo de la localía unos superan a otros en hasta en una proporción de 25 a 1, por lo que los visitantes deben elevar el poder de sus gargantas para ser escuchados, se da una nueva pelea de David contra Goliat, en la que el pequeño se corona de flores cuando el cuadro que representa infla las redes del arco contrario. Calles llenas en los alrededores para pintar del color de sus escudos a cada uno de los simpatizantes, que como ya dijimos en otra oportunidad son el alma del fútbol.

El gol. El sueño de todo jugador. Por lejos es una de las descargas de alegría, euforia y adrenalina circulando por las venas a 200 pulsaciones, girando a tan altas revoluciones que no se puede distinguir la fantasía de la realidad, una avalancha de personas saltando y gritando, revoleando sus camisetas, ensordecedores gritos en todo el estadio que hace temblar la tierra y llena de gozo los corazones de los fervientes hinchas que prueban una cucharada del dulce sabor de la victoria. Los abrazos entre amigos, familias, o con esa persona que esta al lado vestida con tus mismos colores cerrando con lágrimas de felicidad un abrazo interminable de hermanos, tratando de visualizar al jugador convertido en héroe. Los papelitos, la multitud con las caras agitadas, el puño en alto apretándolo bien fuerte tocándose el corazón y en un acto de reverencia un beso a la camiseta o al escudo bordado en ella. La mirada perpleja que gira en torno al estadio, todos coreando olé, olé, olé, cada día te quiero más. En el último suspiro una sensación inmensa de satisfacción que se siente a través del cuerpo con la frente en alta, el ego crecido, y en algunos casos una reverencia a Dios en agradecimiento por el gol realizado.

El after. Se ganó, se empató o se perdió. Solo tres resultados posibles, en la esperanzada suposición de que el partido se haya efectuado con regularidad y no haya transcurrido algún imprevisto. No hay que subestimar para nada el resultado del superclásico, es un encuentro que define muchas cosas. Generalmente esta fecha se juega después de la mitad del torneo por lo que el ganador obtiene una ventaja numérica y un envión anímico incomparable, si este equipo estaba peleando el título redundan los comentarios de “ahora quien lo detiene”, pero en otros casos el partido se convierte en la excusa de “salvamos el semestre”, se trata de camuflar el hecho de no haber conseguido el torneo disputado con el clásico ganado tratando de equilibrar la balanza, los jugadores que fueron claves elevan su cotización por las nubes y son el centro de atención de medios radiales televisivos y gráficos, les cambia la cara a los simpatizantes y muchas veces los termina de consagrar como ídolos del club. Ante el empate, dependiendo de como se haya dado el encuentro, quedan dos sensaciones, o sea que podría haberlo ganado uno u otro, nunca admiten que jugaron peor que su adversario, es un especie barrera formada de puro orgullo muy difícil de atravesar, en síntesis, lo que hayan hecho no es suficiente, es un partido que hay que ganar. La derrota en cambio, pone caras largas a la otra mitad, es un golpe muy duro y complicado a la hora de olvidarlo, son días y días de responder a la pregunta ¿Y si lo hubiéramos ganado? Dedos señalando las culpas pero al mismo tiempo asumiendo las propias, pero en este caso a veces queda tanta bronca adentro que hace explosión en decisiones apresuradas o “en caliente” como por ejemplo la renuncia de un técnico, de un jugador o hasta la de un dirigente, que son cosas poco habituales en otros lugares del mundo, pero como dijimos anteriormente es un encuentro cuya importancia no puede ser subestimada.

Como verán hay mucho para ver, hablar, opinar y debatir sobre un superclásico, esto es un hecho único, son cosas que no se dan seguidas, y aunque puede hacer superclásicos buenos, malos y regulares creo que todos dejan algo, es una fiesta a la que todos están invitados y no deben dejar de asistir, es un regalo muy lindo que nos hace el deporte mas apasionado del mundo, no lo desaprovechen.

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