Antes eran jugadores, ahora parecen modelos

Debido al constante progreso tecnológico en los ambientes deportivos, sobretodo en la trasmisión de eventos, notamos un cambio muy drástico de imagen tanto del jugador como del evento en si. Nos referimos explícitamente a dos cosas puntuales:

Cambios del entorno: Hoy en día no se conocen equipos de fútbol que no utilice un logotipo de alguna empresa en la parte frontal de la camiseta, así tambien como en la espalda, el pantalón, los botines, y ni hablemos de aquellos equipos de bajo presupuesto o de categorías inferiores que necesitan de muchos auspiciantes para lograr obtener mayores recursos financieros para el club. Estos últimos llevan logos y marcas de todos colores por todos lados de su indumentaria (prácticamente no se ve la camiseta detrás de todos esos avisos), y en casos extremos faltaría poner promociones, descuentos o por que no “la oferta de la semana”.

Cambios en el Jugador: No vayan a creer que en el pasado todos los deportistas eran feos y ahora son bonitos. Curiosamente, el televisado de los eventos deportivos ha cambiado la manera de ver al jugador, es decir, antes solo existía una sola cámara de una definición bastante mala ubicada en las plateas, mientras que ahora hay cientos de equipos de grabación y de alta velocidad que permiten unas tomas en “cámara lenta” de primeros planos con una claridad sencillamente espectacular. Esa es la principal razón por la que vemos “backstreet boys” jugando al fútbol, altos gastos en peluquerías incluyendo cambios de color y peinados llamativos, modelaciones con la barba, tatuajes, y como olvidar la “bijouterie”: cadenas, aros, anillos, pulseras, tobilleras, “piercings”, hasta vinchas.

Es asombroso el nivel de exposición que tienen, y si nos ponemos a pensar, en ambos casos es justificable. Por suerte esto todavía no ha llegado a desviar la atención del deporte, así que para los nuevos jugadores modelos que piensan demasiado en su apariencia, mejor vayan a entrenar y dejen de perder el tiempo frente al espejo, por que al fin y al cabo, lo que importa es lo de adentro.