Festejos prohibidos = Alegría reprimida

. lunes, 21 de abril de 2008
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Sin duda alguna lo más gratificante que tiene este deporte es hacer un gol, todo el juego gira en torno a meter la pelota en el arco. El resultado de un encuentro, el principal dato de la estadística de un jugador o de un equipo, se mide por la cantidad de goles y en una segunda instancia las ocasiones de gol realizadas.

Todo espectador fan de un equipo que paga una entrada para ver un partido de fútbol, quiere que su equipo gane, que haga muchos goles y de ser posible que no le conviertan ninguno. ¿Y que sucede cuando el equipo hace un gol? ¡El simpatizante lo festeja gritándolo a los cuatro vientos!

Esa carga acumulada que explota con el grito de gol, llena de euforia los corazones de los hinchas y brinda esa tan aclamada alegría, que en algunos casos, significa el triunfo de un partido, una clasificación, o por que no un campeonato. Es tan importante a veces, sobre todo para el jugador, y en especial los delanteros cuyos puestos dependen de sus goles convertidos. Para los más jóvenes su debut en las redes refleja en su grito tan efusivo de gol, la alegría y el compromiso con su gente de brindar lo mejor de si.

Hace unos años, se impuso en el reglamento que se debe sancionar con tarjeta amarilla cualquier hecho de festejo excesivo que se considere como una conducta antideportiva. No habría mayores problemas a esto si un festejo excesivo se lo contemplara como tal: desnudarse, insultar, humillar, o producir un hecho manifiesto ofensivo de cualquier tipo y hacia el prójimo.

Ahora bien, según el reglamento, un festejo excesivo también se considera: quitarse la camiseta, treparse al alambrado o subirse a un cartel de publicidad, abrazarse o festejarlo con personas que no formen parte del quipo (gente de la tribuna, familia, periodistas, etc.) Lo que todavía no se puede comprender, es que no se sabe cual es la conducta antideportiva en estos actos, y en que momento se ofende al rival.

De estas contravenciones tan cuestionadas, surgieron movimientos y campañas tales como “No amonesten la alegría”, buscando tan inútilmente la anulación de esta regla o por lo menos su revisión, excluyendo gestos que no se consideraban en el articulo del reglamento. Exhibir las fotos de los hijos en remeras bajo las camisetas, los deseos de feliz cumpleaños, agradecimientos religiosos, mensajes antibelicosos, intercambiar la camiseta después de un partido o regalársela al público, y como se vio alguna vez un recordatorio para alguna persona fallecida, es según el reglamento una conducta impropia o antideportiva.

Igualar a un festejo que no es desmedido con una patada es una locura por donde se lo mire. La FIFA se niega a rever esto y conserva su postura cerrada sin salir del papel del ogro de la película, lamentablemente a los únicos que se los mira con mala cara son a los pobres árbitros, los cuales a pesar de su opinión personal están obligados a aferrarse al reglamento, en ocasiones piden disculpas al jugador después de amonestarlos o los felicitan cuando se trata de algún acto benéfico o con fines nobles.

Hasta ahora solo se conoce el caso excepcional de la amarilla aplicada a Sergio Ramos por Medina Cantalejo por mostrar un mensaje en memoria del jugador sevillano Antonio Puerta, tanto el jugador como el árbitro sabían que esto le correspondía la amonestación, pero días después se le quito la sanción al jugador de los “merengues” y Joseph Blatter aclaro que la FIFA no dice exactamente que se debe amonestar a todos los jugadores que se quiten la camiseta sino a aquellos que intenten provocar al público. Lamentablemente el reglamento no contempla las palabras del presidente de la organización.

Lo que no es de mucho agrado para los seguidores de este deporte es que habrá que esperar que algún día esto pueda cambiar. Hasta entonces, los jugadores deberán enjaular su alegría y condenarla a estar encerrada hasta que se los deje ser libres en algo tan necesario como la expresión de un gol.

Datos relevantes: www.infobae.com - www.futbolpuro.com

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