De forma similar, la idea de que otros deportes contribuyen en muchos sentidos con el fútbol, una disciplina tan técnica y física como el baile también lo hace. No quiero caer en la fantasía de esas películas en la que el protagonista es un jugador de fútbol, y un bailarín de ballet en secreto, y que hace saltos de dos metros y elongaciones de 180º en medio de un partido para convertir el gol del campeonato.
Aquí en la realidad, solo hace falta una sencilla vista hacia una raza específica de jugadores para observar una verdad casi absoluta, los brasileros. Llevan la samba en las sangre, un baile muy característico de una gran movimiento de pies, caderas, cintura y brazos, que se destaca también por sus ejecuciones a gran velocidad acompañadas de trucos y acrobacias rítmicas.
Aquel que presto atención a la manera de “gambetear” de algún jugador brasileño, como Ronaldo, Ronaldinho, Robinho y Kaká, este último posiblemente el menos vistoso desde este punto de vista, se da cuenta de que su baile natal esta muy relacionado a su manera de jugar y de desenvolverse dentro de un campo de juego.
Para ilustrarlo mejor recurriremos a un video:
Esto no es una técnica que se aprende, es un don que se adquiere. Está prescripto en el código genético de los latinoamericanos, el sabor en el juego, la sazón que le brinda al encuentro y de como hace para aplicar el ritmo del baile al fútbol, trasladando a donde vaya el típico calor de sus tierras tropicales.
Seguramente es una de las razones por la que hay tantos latinos dispersados por el mundo, bailar es una de las maneras más sabrosas de expresar nuestra alegría, jugar al fútbol también lo es, y para los jugadores de esta clase, hacen prácticamente las dos cosas al mismo tiempo. Lo que es mejor, al verlos jugar, uno disfruta tanto ellos que jura escuchar música siguiendo el compás de sus movimientos.
0 comentarios:
Publicar un comentario